SUMMER LIQUID (LIQUID SUMMER)
Te encuentran con la vista el deseo
Te siguen a las alcantarillas de la ciudad
A la playa cuando vas con las manos
Y entre el humo de la cocina
En restaurantes con piso de arriba.
Te siguen.
Ojos de lenguas de sexos de manos.
Te siguen.
Tu paso tambalea la voz y el café pita
En los oídos de los clientes avisados.
El es belga y entre el formol da rubicunda
Explicación de otras quiebras:
Al menos pasaste –piensas-,
Y estás aquí,
Donde hay lago y una luz
Y paseo marítimo para ninfas
Como ojos y ojos como sexos (y como sexos y como manos)
Abiertos (abiertas) en el azul
La noche no redimirá a nadie
Hoy. Bailas, enseñando el
Cuerpo a la luna amarilla y
A las olas, los pequeños dedos
Te atrapan un iceberg de dolor
En el piso de arriba.
Y tal vez podría ser Bruselas y
Evangelos, pero es
Mediterráneo calor de cuerpo ahíto:
Y piensas-para mí no, no para mí ahora, no, sí,
Bueno, bien-.
A las alcantarillas,
Con sus focos achinados
Deberían perder toda perspectiva.
No. No es así. Ella
Anuda en el paseo,
Entre las tiendas del mercado
Su voz a la tuya y se
Pretende la última y lo
Consigue, el fin de la llama,
La luna, bailaba, miraba por
Dos ojos, abiertos,
Los dos recorren ahora
La playa eterna de tiempo verde,
Los pequeños dedos
Han mordido a un cangrejo
Y su voz.....
-te tambaleas-
la máquina pita horrísona
como si hubiese un cadáver en
el entresuelo
esperando a su boca,
esperando a sus labios abiertos,
a sus ojos, (como sexos y como manos)
bailando:
es imposible decir “no”
a estos líquidos, aunque
pretendido mil veces,
de cien ojos dos,
de cien muecas tres,
de cien pasos, dos,
una mujer avanza por
el paseo de sangre y
vierte en cada cadera
un jugo amargo de sol
y medianoche:
la brisa golpea afuera
intentando quebrar la
escena:
imposible, ya en la hondonada,
negar o recabar menos información
de las piedras, y los suelos firmes y
aún los vehículos torpes y
las camisetas
y los giros y
las rojas losetas de la avenida:
te siguen y
ya
te han encontrado. (Todo) (Ojos, sexos,manos).
NECESITADOS
Media luna en la noche del Sur,
borrachos bailan en la puerta de los bares.
Sus ojos,
clavados
en la entrada,
reclaman el rostro detrás
del vidrio, el ombligo
de la rubia que
volvía en Enero
a Hamburgo, Bárbara.
Ella le había prometido
una llamada de desierto,
y él, celebraba, ahora,
bocanadas de hielo
en aire, la espera.
Cuatro o cinco aceites
resbalándole la gruta,
¡Qué más se dice!,
ah,
trazos de neón
en faz resuelta de blanco.
Media luna baila en el ombligo
pleno de Bárbara- Hamburgo,
con música celebrada de
desierto, y aquélla da vueltas y
celebra, ajena; él
come hielo con promesas
en la puerta y recibe saludo
de contrincantes
avisados, rol difícil:
ebrio a puertas de la luz.
Los ojos se hurtan
del choque y
con un giro desmayado,
de romántica pálida tragedia
se pierden,
vertical
en desplome
-“de fiar”-:
rubias walkirias
pasean el aire
clandestino y pobre
de Inviernoviembre.
Orina él en la tienda de máquinas vacía;
ella se aleja, se despista,
cuatro calles abajo por la
Salida de Emergencia.
Reclaman el rostro
detrás del vidrio
para necesitados de luna.
CARRETERA
Das vueltas a la noche en giros de espanto
Repitiendo el tiempo sin reloj
Paisajes de asfalto y señales
Nada ocurre
Al volante de la noche
Una misma carretera y
Horas, horas de cambios
Y luces sin sentido ni meta.
En el lugar de la cabina
Un pasajero perdido
A ambas partes del viaje
Busca una salida
La noche le envuelve
La misma carretera
Pasan las horas sin sentir
Y éstá de vuelta y de ida
A todo.
Las posibilidades que estimaba
Infinitas al comenzar
Se trocan horas de delirio
Al volante de una existencia
Que lucha
Entre la libertad en fuga y
La esclavitud ausente.
Todavía no es preso de nada.
Apenas despierta, aterido,
Escucha, la radio mortecina,
Los pájaros blancos
Y se encuentra vestido, quieto,
En su propia escapatoria.
CINE (la vuelta de la esquina)
La salvación a diario ese día
Después de perder su rostro un milenio
La oscuridad de la sala de cine
Fuera de la tragedia cotidiana
A un palmo de la luz
A metros de las caras afiladas
Las voces y los automóviles.
La salvación.
Música, asiento, silencio, butaca, roces.
Abrupto el ser se suaviza,
Se moldea el silencio
Y el momento mientras
Placidamente, uno,
Se ignora.
Pasa un tren de fruta.
Luego, de la cueva
Emerge un “libertariano”
Con sonrisa
Que ignora,
A menudo
El soporte
Que mece
El aire
De
La
Vuelta
De
La
Esquina.